viernes, 25 de diciembre de 2009

Navidad en Casa

Ayer, 24 de diciembre, luego de la Misa celebrada en el Santuario Inmaculada Concepción, hemos compartido la cena de Navidad con nuestros sacerdotes, vivenciando de esta manera el espíritu de familia que nos llama a vivir insistentemente nuestro común Padre Fundador, Don Orione.
Damos gracias a Dios por todos los dones compartidos.


A continuación un escrito de Don Orione desde Buenos Aires para la Navidad de 1934
"La Navidad nos hace sentir algo de la infinita caridad de Jesús, que trata de hacerse amar con una bondad suprema y una delicadeza infinita, ya desde su Nacimiento.
¡Cuántas lecciones de humildad, de fe, de sencillez, de pobreza, de obediencia, de abandono en la Divina Providencia, nos da Jesús desde el Pesebre! Sobre todo, Jesús nos grita desde su lecho de pajas: ¡Caridad! ¡Caridad! ¡Caridad! Vida de caridad: todo el Evangelio está aquí, toda la vida y el Corazón de Jesús están aquí: "¡Deus Charitas est!
La caridad, infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, es una virtud mediante la cual amamos a Dios por lo que es en sí mismo, y al prójimo por amor de Dios. Ella es la nota distintiva de los discípulos de Jesús, es el precepto máximo y propio de Cristo.
Y la Navidad nos pone de manifiesto: 'la gran caridad de Dios hacia nosotros, que ha enviado a su Unigénito al mundo, a fin de que nosotros vivamos por El' (1 Jn 4).
"Y bien, oh mis queridos, caminemos siempre en la caridad y tendremos a Jesús con nosotros: vivamos sus mandamientos, sigámosle de cerca en la práctica de los consejos evangélicos, caminemos en el amor de Dios y del prójimo ardientemente, imitando a Cristo, que primero nos ha amado y
nos amó hasta el punto de morir para darnos la vida.
¡Caridad! ¡Caridad! ¡Caridad!
Que nuestro
corazón se empeñe sólo en esto, oh Hermanos, puesto que únicamente por la caridad alcanzaremos la santidad, que es la voluntad del Señor.
¡Sí, te amaremos, oh Señor, Dios de amor, fortaleza y refugio nuestro!; Corazón de nuestro corazón, única palpitación de nuestra vida.
Custódianos, oh Señor, porque las muchas amarguras y desengaños, las abundantes aguas, no lleguen a apagar en nosotros el fuego de la caridad. ¡Jesús, Tú eres nuestro Dios, nuestro Salvador, nuestra Misericordia: Tú, la Caridad!
¿Quién nos separará, oh Hijos, de la caridad de Cristo? ¿Tal vez las tribulaciones?, ¿quizás la ang
ustia?, ¿el hambre? ¿Será acaso la persecución, la espada?.
No, por la virtud de Cristo, que tanto nos ha amado y sólo por obra de su divina gracia, no. Ni la muerte con sus angustias, ni la vida con sus atractivos fascinadores, ni el vértigo de los honores, ni la profundidad de los dolores, de las amarguras, de las tinieblas, podrán jamás separarnos de la Caridad de Cristo y de su Iglesia, Madre dulcísima de nuestras almas, Maestra infalible de nuestra fe.
Hijos y Hermanos: ¡he aquí al Santo Niño que viene, vean a Jesús sobre las pajas, por nuestro amor! ¿Qué nos dice? ¡Caridad! ¡Caridad! ¡Caridad!
Ensanchemos nuestro corazón con los más tiernos afectos, arrojémonos en adoración a los pies de Jesús: que nuestra vida se enardezca de su amor, puesto que su amor es suave y es divino, es vida; y vida y fruto de su caridad es la paz, aún más, es la belleza misma de la paz.
Señor, en esta tu Navidad, nosotros queremos renovarnos desde lo íntimo del espíritu. Los pastores depusieron a tus plantas los corderos; nosotros ofrecemos a tus pies, todas nuestras miserias. ¡Señor, ten piedad de nosotros y de tu Pequeña Obra. Queremos llegar a ser buenos religiosos, verdaderos religiosos, santos religiosos, tal como lo desea tu Corazón. Queremos llegar a ser humildes como los pastores, dóciles a
Ti y a tu santa Iglesia; como sus corderos queremos amarte, amarte mucho, hasta consumirnos de amor por Ti y por las almas ¡oh Jesús!
Jesús con tu divino amor, danos un espíritu grande de caridad hacia las almas, especialmente hacia los hijos de los pobres más infelices y abandonados... Bien lo sabes, Señor, nosotros somos tus pobres y nacidos para los pobres. Después de Dios, la Virgen Ssma. y la Iglesia, ¿qué cosa debemos amar más, oh Hijos míos, que a los pobres?
Nada
hay que sea más querido a Jesucristo, nada más precioso, que la caridad fraterna; de donde se sigue, oh queridos míos, que debemos emplear todo nuestro cuidado en conservarla, acrecentarla, en nosotros mismos y en la Congregación, de tal modo que seamos en Cristo uno para todos y todos para uno, puesto que es sólo éste el espíritu de caridad que edifica, cimienta y unifica en Cristo.
Y esto, hasta el extremo de abandonar toda cuestión, aún la que se promoviera por amor a la verdad o por la gloria de Dios, si ella debiese agriar en lo más mínimo nuestro corazón o debilitar nuestro espíritu de caridad.
Hermanos e Hijos, amemos a Dios hasta hacer de nosotros una hostia, un holocausto de caridad y amémonos mucho en el Señor, que ha dicho: 'los he amado... ámense' (Jn 15,1-2).
El gran secreto de la santidad consiste en amar mucho al Señor y a los Hermanos en el Señor. Los santos son cálices de amor a Dios y a sus Hermanos. Amar a Jesús, amarnos en Jesús; trabajar para que sea amado Jesús y su santo Vicario, el Papa.
La Congregación prosperará y será bendita por mérito de cuantos contribuyan a mantener en ella la unión y la paz; porque nuestra fuerza, está en la unión cuyo vínculo es Cristo. ¡Oh, con qué alegría y expansión de corazones cantaremos entonces el 'Ecce quam bonum et quam iucundum habitare fratres in unum!'...
Ruego al Niño Jesús que se digne difundir en mí y en ustedes, su dulcísima caridad; y en la caridad de Cristo, los abrazo, en ósculo santo y les deseo ¡Feliz Navidad! Dios sabe cuánto pienso en ustedes y hasta qué punto los amo.
Acuérdense de mí en el altar, especialmente en la Noche Buena. ¡Feliz Navidad! a las Hermanas.
Hermanos e Hijos, y también ustedes buenas Hermanas rueguen por mí, acuérdense de su padre lejano! ¡Yo pediré tanto por ustedes!
Démonos cita a los pies de Jesús: allí nos encontraremos siempre unidos en la íntima unión de la caridad, pues en torno a Jesús, '¡quam bonum et quam iucundum habitare fratres in unum!'.
Que nuestra alegría y unión sea completa en el Corazón de Jesús en la tierra y en el cielo!
El Señor de la caridad y de la paz nos dé El mismo siempre su Caridad y su paz. Que el Señor y la Virgen Ssma. estén siempre con ustedes.
¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!
Los bendigo una vez más. ¡Vivamos en Cristo, humildes y fieles a los pies del Papa y de la Santa Iglesia! ¡Feliz Navidad!
Los bendigo nuevamente en el Niño Jesús y en María Inmaculada. No nos cansemos de hacer el bien y de consumirnos en la caridad del Señor... ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad!'.

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